![]()
Honoré Daumier
Don Quixote is the great chivalric egotist, never more egotistical than when he appears to be most chivalrous. After he and poor Sancho Panza have suffered several adventures, including a beating by some drovers from Yanguas and being tossed in a blanket by a gang of men, Don Quixote has the nerve to tell his servant that these things are evil enchantments and so are not really happening to Sancho: “Therefore you must not grieve for the misfortunes that befall me, for you have no part in them.” This is the knight who, finding that he can’t sleep, wakes up his servant, on the principle that “it is in the nature of good servants to share the griefs of their masters and to feel what they are feeling, if only for appearance’s sake.” No wonder that Sancho elsewhere defines a knight adventurer as “someone who’s beaten and then finds himself emperor.”
James Wood
É claro que leu, limito-me a usar técnicas de tablóide. Em todo o caso, leu mal ou interpretou de modo que considero uma ofensa aos povos da Península Ibérica (até Janeiro sou iberista). O capítulo segundo da segunda parte é esclarecedor:
–Mucho me pesa, Sancho, que hayas dicho y digas que yo fui el que te saqué de tus casillas, sabiendo que yo no me quedé en mis casas: juntos salimos, juntos fuimos y juntos peregrinamos; una misma fortuna y una misma suerte ha corrido por los dos: si a ti te mantearon una vez, a mí me han molido ciento, y esto es lo que te llevo de ventaja.
–Eso estaba puesto en razón –respondió Sancho–, porque, según vuestra merced dice, más anejas son a los caballeros andantes las desgracias que a sus escuderos.
–Engáñaste, Sancho –dijo don Quijote–; según aquello, quando caput dolet..., etcétera.
–No entiendo otra lengua que la mía –respondió Sancho.
–Quiero decir –dijo don Quijote– que, cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen; y así, siendo yo tu amo y señor, soy tu cabeza, y tú mi parte, pues eres mi criado; y, por esta razón, el mal que a mí me toca, o tocare, a ti te ha de doler, y a mí el tuyo.
–Así había de ser –dijo Sancho–, pero cuando a mí me manteaban como a miembro, se estaba mi cabeza detrás de las bardas, mirándome volar por los aires, sin sentir dolor alguno; y, pues los miembros están obligados a dolerse del mal de la cabeza, había de estar obligada ella a dolerse dellos.
–¿Querrás tú decir agora, Sancho –respondió don Quijote–, que no me dolía yo cuando a ti te manteaban? Y si lo dices, no lo digas, ni lo pienses; pues más dolor sentía yo entonces en mi espíritu que tú en tu cuerpo. Pero dejemos esto aparte por agora...
Quijote é egoísta e de um modo mais constante do que eu, o leitor e o senhor Wood. Mas o exemplo a que o senhor Wood recorre foi infeliz, pois implica duvidar da palavra do cavaleiro. Porque Quijote também é louco, e de um modo infinitamente mais constante e essencial do que os outros homens. Podemos duvidar dos gigantes que ele diz ter combatido, mas nunca da certeza com que o afirma, pois tal equivale a pôr em causa a loucura sem a qual Quijote não pode existir.
Serve tudo isto para apenas dizer que deve ser imensa e apetitosa a prosa de críticos literários hispânicos indignados com as leituras que os anglo-saxões fazem do Quijote. Mais profundos no conhecimento, emocionalmente investidos, corporativamente acantonados, descompensados no orgulho e numericamente superiores, a segunda batalha de Santa Cruz de Tenerife deve decorrer há séculos em obscuras revistas literárias e nas teses de doutoramento e agregação da Grande Armada dos cervantistas. Pardon my french, but way to go, Spain!